Debido a la crisis militar que desde el  S. III sufre el Imperio romano, muchas de sus fronteras están amenazadas por pueblos bárbaros procedentes del Noreste de Europa que lentamente, pero sin pausa, se van infiltrando en el imperio augurando con ello su pronto final.

A principios del S. V (409) tiene lugar la invasión de Hispania por suevos y vándalos de origen germánico y alanos de procedencia escita; los vándalos ocuparon la Bética a la que sometieron a sangre y fuego, quedando desde entonces el nombre de esta provincia como Vandalucia, los alanos ocuparon la Lusitania y la Cartaginense y los suevos la Gallaecia (Galicia) en la que fundaron un reino que duró dos siglos. Poco después y en el año 415 penetraría desde las Galias (Francia) el pueblo de los visigodos, de raíz germana que ocupa la Tarraconense como aliado de los romanos para combatir y expulsar a los anteriores pueblos que ya habían ocupado gran parte de Hispania.

Al principio estos pueblos se gobernaban por una legislación basada en las costumbres germánicas y elegían a sus jefes o caudillos por elección llevada a cabo entre los nobles, dando como resultado que desde la entrada de estos en la península ya son regidos por una monarquía en la que sólo la nobleza intervenía en su elección, recayendo la primera de ellas en un miembro visigodo de la familia de los Baltos, a la cual pertenecía Ataulfo, último caudillo visigodo y primer rey de estos en Hispania (416). Este ejercía el poder absoluto sobre el ejército y la justicia, y extendió poco después también al derecho civil y político. Para frenar un poco el poder de la monarquía, surgieron primero la asamblea de nobles y los concilios que limitaron en cierto modo la autoridad de los reyes visigodos; estos encontraron perfecta la administración romana y conservaron la división administrativa y el régimen municipal de Roma y ejercerán la autoridad real por delegación de los jefes de las diferentes órdenes de la administración del reino, que junto al rey formaban el Aula Regia.

Durante el reinado de Eurico (466 – 484) tuvo lugar la caída del Imperio Romano de Occidente (476) y se escribieron las primeras leyes conocidas por el Código de Eurico, también llamado Código de Tolosa (ciudad en la que fue escrito) este rey morirá en el 484 y le sucede en el trono su hijo Alarico II, que continuará la labor legislativa del padre completándola con la Lex Visigothorum, llamada también Breviario de Aniano, la que no sólo sirvió a los romanos sometidos a los visigodos, sino que también fue utilizada en Inglaterra, Francia y posiblemente también en Italia; así que desde entonces y de esta forma existían en España dos legislaciones distintas, una para los dominadores (visigodos) y otra para los vencidos (hispanorromanos), periodo conocido por nuestra legislación jurídica como Legislación de Castas.

En la monarquía visigoda, el ejército no existió como cuerpo armado de carácter permanente, sólo las guarniciones de determinadas ciudades y la guardia personal del rey tuvieron ese carácter y sólo en tiempos de guerra el ejército llegó a tener una organización semejante a la romana, de la que toma sus elementos en todas las órdenes; el servicios a las armas, al principio fue obligatorio para todos, excepto para el clero, extendiéndolo más tarde el rey Wamba a todos por una nueva ley militar la obligatoriedad de este servicio, de la que más tarde volverá a quedar exento de cumplirla el clero.

Los visigodos fueron paganos y se convirtieron al cristianismo antes de su venida a España, pero pertenecían al credo arriano que profesaba el obispo Ulfilar, que fue quien predicó el cristianismo; credo que también profesan los visigodos hispanos hasta la conversión del rey Recaredo al catolicismo en el III Concilio de Toledo, quedando unificados los ritos en el tiempo de San Isidoro.